18 marzo 2011

memorias de celuloide












Noche de jueves de San Patricio.
Donde yo hace 30 años aguardaba ansioso una cola por el rito experiencial de dos horas mágicas de historias en imágenes, ahora me encuentro con una multitud dando cumplimiento al culto de las pintas negras de guinness.
Las viejas salas de cine que marcaron mi infancia, mi juventud y mis primeros pasos de errante solitario en la vida han ido cerrando. En su lugar encontramos gimnasios, centros comerciales, bingos o inmuebles vacíos. El paisaje urbano se transforma y nos deja huérfanos de nuestras fábricas de sueños.
Hace ya mucho tiempo que me despedí de los acomodadores, de los patios de butacas incómodas, de los telones y los viejos carteles que se convirtieron en camisetas.
Los videoclubs y las inhumanas multisalas con olor a palomitas han ido apagando aquellas experiencias de celuloide. Me quedan los esbozos de las edades perdidas que se funden en mosaicos de imágenes de una vida. Cine de parroquia, cine de colegio, cine de campamentos, cine de adolescencia gamberra de anfiteatro, cine de fumar a escondidas, cine de clases fumadas y tardes de cine de universidad.
Me gustaba escapar solo a aquellas películas diferentes en versión original, allí me sentaba temprano con un libro e imaginaba en los momentos de espera el guión de la vida de la gente que iba llegando. Descubrí la vida en los viejos cines de nombre casi perdido: Goya, Equitativa, Avenida, Valle Inclán, Chaplin, Riazor, Tom y Jerry o Coruña.
Películas como Cinema Paradiso o The last picture show reflejan escenas de los viejos escenarios de experiencias iniciáticas de los primeros besos escondidos y la magia de las vetustas películas antes de convertirse en parques de atracciones de efectos especiales.
En ciclos inclasificables, antes de apareciese internet, recibí el impacto del cine de Jim Jarmusch, Spike Lee, Zang Yimou, Lars Von Trier o el primer Coppola.
25 años atrás, todavía recuerdo una tarde lluviosa de desamores solitario. Perdido callejeando con un libro de Lovercraft en la mano, recuerdo la nebulosa de la vieja sala en los estertores del viejo Coruña, allí pasé tres horas mágicas viendo" érase una vez en América".
Noodles.... me resbalé




13 marzo 2011

The Silos : Melancolía quejumbrosa















Tarde de domingo de orballo.
Cae esa lluvia que tiñe el cielo de otoño. Constante e implacable cala al osado caminante, penetra en el cuerpo y llega hasta el alma.
Corazón latino y melancolía para el devenir de las horas grises. Las notas de The Silos me empapan canción a canción con quejidos melancólicos de viejo rock.
Walter Salas-Humara, artista de ascendencia cubana, desgrana con su grupo los estertores de la tarde con aullidos lujuriosos . 25 años de cult band, como en alguna publicación comentaban aglutinan la longevidad de Neil Young, la tensión nerviosa de los Television y la melodía de Cole Porter. Walter comenzó su camino con Bob Rupe, juntos generaron joyas de vinilo en las que se muestra el equilibrio de personalidades contrapuestas, torbellinos de música de cruce de culturas y autenticidad.
El gran éxito comercial nunca llegó, grabaron vinilos gloriosos como " about her steps", "Cuba" o " The Silos". En su momento fueron calificados como los más grandes por la crítica, etiquetados como banda de Nuevo rock americano, hermanados con REM, con ecos y reminiscencias de la Velvet , los Byrds, o the Band. Sus discos destilan sonidos puros e independientes que Walter califica como organic indie rock.
Walter sigue su camino como pintor de perros y músico. Artista inquieto y hábido de nuevas experiencias, es capaz de hermanarse con Jonathan Lethem, escritor de la Next Generation, y generar creaciones músico-conceptuales como el album "I´m not Jim" o preparar espectáculos con fusión de teatro, música y arte.
Frente al desengaño y la renuncia esta semana The Silos publican Florizona.
Empapado de su música , hoy comparto otro de mis grupos secretos: The Silos.






10 marzo 2011

Bluebells: Young at heart























Limpieza de estanterías encontrando una agenda de finales de los 80 llena de anotaciones taquigráficas discontinuas. Era entonces el mes de marzo :
"Llueve a mares. ¿soy feliz?, me he reído, no tengo resaca, no se que decir. tengo mucho miedo al canónico del jueves. No desperté para estudiar.
Dibujo, rio, escucho música, pero sobre todo pienso " hombre solitario ". Sueño despierto...hamburguesa en Santa Catalina y bota en Kolhn, quiero escribir pero no puedo. Bluebells de fondo de engaño de estudio......"
Música primaveral al ritmo de este grupo pop escocés de los 80. Vale la pena escuchar una vez más alguna canción de aquel "sisters" de 1984.